Miguel observó cómo el grupo de entrenadores entraba en la sala de reuniones del club. Algunos se veían entusiasmados, otros parecían estar allí solo porque era obligatorio. Miguel ya estaba acostumbrado a estas reacciones, pero sabía que con el enfoque correcto, podría captar la atención de todos.
—Gracias por venir —comenzó Miguel, con una sonrisa cálida—. Hoy vamos a hablar sobre un tema que puede marcar la diferencia en el rendimiento de vuestros equipos: la comunicación en los entrenamientos. ¿Cuántas veces os habéis encontrado dirigiendo una tarea que, en teoría, era perfecta, pero que al final no dio los resultados que esperabais? A menudo, la diferencia entre una tarea eficaz y una que no funciona está en la información que transmitimos a los jugadores.
Hubo algunos asentimientos en la sala. Miguel continuó:
—Quiero que pensemos en un caso concreto. Imaginemos una tarea de transiciones, donde el objetivo es que los jugadores aprendan a recuperar rápidamente su posición tras una pérdida de balón. Es una tarea muy útil, pero a menudo me encuentro con entrenadores que la plantean de manera vaga: “Vamos a jugar un 4 contra 4. Cuando perdáis el balón, recuperad rápido”. Y ya está. Luego se limitan a observar desde la banda, sin aportar correcciones ni hacer preguntas. ¿Os suena familiar?
Algunos entrenadores sonrieron y asintieron, reconociéndose en la situación.
—Bien —dijo Miguel—, ahora pensad en lo que ocurre en el campo. Los jugadores intentan cumplir, pero probablemente no entienden qué se espera exactamente de ellos. Puede que algunos ni siquiera sepan qué aspectos deben priorizar. ¿Están cerrando bien las líneas de pase? ¿Están presionando al portador del balón? Sin una comunicación clara, cada jugador interpreta la tarea a su manera. Al final, la tarea no logra el objetivo para el que fue diseñada.
Hizo una pausa, asegurándose de que el mensaje calara.
—Entonces, ¿cuál es la solución? La clave está en dividir el entrenamiento en tres momentos fundamentales: la explicación inicial, las pausas para correcciones y la reflexión posterior.
Miguel escribió en la pizarra los tres puntos y comenzó a desarrollarlos:
1. La explicación inicial:
—Cuando explicáis una tarea, no os limitéis a describir qué deben hacer. Explicad también el porqué y dad pautas concretas a nivel ofensivo y defensivo. Si los jugadores entienden el objetivo de la tarea, podrán tomar mejores decisiones. Usad un lenguaje claro, adaptado a su edad y nivel, y aseguraos de que todos lo entienden. Una buena técnica es pedirles que repitan lo que acaban de escuchar. Así podréis confirmar que el mensaje ha llegado correctamente.
2. Las pausas para correcciones:
—Durante la tarea, es fundamental que intervengáis cuando sea necesario. Pero cuidado, no se trata de detener el ejercicio constantemente. Elegid los momentos clave, cuando detectéis patrones de error que se repiten o cuando veáis algo que merece ser destacado, ya sea positivo o negativo. Y aquí viene lo importante: en lugar de dar la respuesta directamente, formulad preguntas. Por ejemplo: “¿Qué podrías haber hecho diferente en esa acción?” o “¿Qué crees que es lo que ha fallado?” Esto fomenta la reflexión y el aprendizaje.
3. La reflexión posterior:
—Al finalizar la tarea, tomad unos minutos para analizarla con el grupo. Preguntadles qué han aprendido, qué creen que han hecho bien y qué pueden mejorar. Esta reflexión conjunta no solo refuerza el aprendizaje, sino que también les ayuda a sentirse partícipes del proceso. Además, os da la oportunidad de recoger feedback para ajustar futuras tareas.
Miguel se giró hacia los entrenadores, asegurándose de que todos seguían atentos.
—Recordad que una tarea puede ser excelente en papel, pero su éxito dependerá de cómo la comuniquéis y gestionéis. Ser entrenador no es solo diseñar ejercicios, sino también ser un buen comunicador. Al final, lo que marca la diferencia no es solo lo que hacemos, sino cómo lo transmitimos.
El grupo asintió, algunos tomando notas, otros reflexionando sobre sus propias experiencias. Miguel sabía que no había soluciones mágicas, pero también sabía que, con las herramientas adecuadas, esos entrenadores podían marcar una gran diferencia en sus equipos.