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La relación jugador-entrenador vista desde el jugador

Ahora que está empezando la temporada y los equipos comienzan a entrenar, me parece interesante rescatar una charla que hace un tiempo el jugador de Houston Rockets, Luis Scola, dirigió en un foro para entrenadores sobre esta temática. Durante la charla, el jugador ofrece algunas ideas de aquellos aspectos que desde su punto de vista son importantes a la hora de gestionar la relación entrenador-jugador.

Un aspecto a tener en cuenta en las relaciones con los demás es la existencia de sesgos cognitivos. La necesidad de responder rápido a los estímulos de nuestro entorno hizo que evolutivamente nuestro cerebro fuera creando «atajos» que nos permita procesar la información lo más rápido posible para tomar decisiones, y aunque evolutivamente han sido de ayuda, en la vida actual nos pueden llevar a cometer errores de percepción y juicio. En este post hablaremos de 3 de ellos, el sesgo de la primera impresión, el sesgo de confirmación y el efecto halo. Conocerlos y ser consciente de su existencia te ayudará a gestionar las relaciones con tus jugadores.

Estas son algunas de las ideas que el jugador recoje en su charla:

  1. Cuida la primera impresión, es fundamental. Es lo que los psicólogos han llamado sesgo de primera impresión: una limitación en el procesamiento humano de la información que hace que hagamos observaciones rápidas e incompletas sobre los demás basándonos en la primera información que percibimos. Esto lleva a que rápidamente nos hagamos suposiciones y juicios rápidos sobre esa persona, que no necesariamente son correctos pero condicionan nuestra relación en el futuro. Ojo, porque esto también te sucede a ti con tus jugadores. Te invito a ver este anuncio que Coca-Cola realizó hace unos años sobre esta temática.
  2. Cuidado con las promesas. ¿Cuántos entrenadores han prometido cosas para fichar a un jugador que luego no han podido cumplir? ¿Cuántas veces se han hecho promesas sobre aspectos relacionados con el juego o la dinámica de equipo que no son posibles mantener? Debemos ser muy cautos a la hora de prometer cosas que no vamos a poder asegurar en el futuro, porque además «el jugador va a escuchar lo que quiere escuchar». Esto es lo que se denomina sesgo de confirmación, la tendencia a favorecer la información que concuerda con las propias creencias o hipótesis y a descartar la información que entra en conflicto con dichas creencias. Dicho de otra forma, si la primera impresión que un jugador se hace de su entrenador es que es una persona honesta, va a buscar de forma inconsciente la forma de confirmar esa idea y será más sencillo que en el futuro interprete la información en base a ese atributo. Pero si la primera impresión te convierte en un prepotente, te costará quitarte de encima esa etiqueta. Ronsenhan realizó un experimento en el que sujetos sanos fingían síntomas de enfermedad mental para ser ingresados en hospitales psiquiátricos y a partir de ahí comportarse con normalidad. ¿Qué creéis que pasó? Aquí tienes la respuesta.
  3. No trates de cambiar al jugador. El jugador no cambia, puede que lo haga, pero eso será un plus que él tenga. Muchas veces nos peleamos para que los jugadores jueguen de una forma diferente, lleven a cabo comportamientos que no forman parte de su repertorio y forma de expresarse en el terreno de juego o cambien su estilo de vida, y eso lo único a lo que lleva es a la frustración al ver que ese cambio no se produce. Está claro que esa apertura al cambio es algo que todo jugador debería tener porque le hará mejorar, pero no todas las personas tienen esa capacidad y es algo que debemos aceptar.
  4. Sé justo con el jugador. Si quieres ganarte la confianza de tus jugadores, esta es una de las claves. Esto no significa que trates a todos de la misma forma, pero sí que los defiendas siempre ante la opinión pública y apliques el mismo sentido de justicia con todos ellos. Aquí nos volvemos a encontrar de nuevo con el sesgo de confirmación, y lo vas a ver con el siguiente ejemplo. Imagínate que un entrenador piensa que Juan es un jugador vago. ¿A qué comportamientos crees que prestará más atención durante los entrenamientos y partidos? Efectivamente, la tendencia será a fijarse en aquellas conductas que confirmen la creencia inicial. Algunas formas de evitar esto son la comunicación con el resto del cuerpo técnico y la utilización de registros que te permitan evaluar el rendimiento de los jugadores. En el lado contrario, tenemos el efecto halo, por el que si en tu primera impresión juzgas a alguien como extrovertido o atractivo, extenderás esto a otras cualidades y es posible que también lo juzgues más inteligente de lo que es. Igual que esta es una forma de ganarse la confianza de los jugadores, cuando estos perciben que el entrenador no es justo la confianza bajará de forma drástica comprometiendo la relación.
  5. Ten y transmite convicción. Esto no significa que un entrenador no pueda dudar, porque es normal y forma parte del proceso de crecimiento, pero siempre debe transmitir convicción a los jugadores evitando trasladar esas dudas. ¿Cómo quieres que tus jugadores crean en el modelo de juego que planteas si tú mismo transmites dudas sobre el mismo? Esto tiene que ver con lo que se dice, pero también con lo que hacemos, y se enlaza con dos aspectos clave: ser coherente a la hora de trabajar y no cambiar constantemente. De poco servirá que un entrenador le diga a sus jugadores que está convencido del trabajo que están haciendo si tras la primera derrota o a las primeras de cambio modifica su forma de trabajar.
  6. Se tú mismo. Seguro que como entrenador tienes otros modelos a los que te gustaría parecer, pero muchas veces cometemos el error de transformarnos y convertimos en algo que no somos. Comportarte como Mourinho, Guardiola o Klopp no te convertirá en un entrenador de éxito. Los jugadores lo verán y pronto sabrán que estás «actuando» o jugando un papel. Sin embargo, sí que puedes extraer aprendizajes de lo que otros hacen e incorporarlos a tu propio repertorio. Muéstrate cómo eres, reflexiona sobre tus fortalezas y debilidades e incorpora cosas nuevas a tu forma de trabajar, pero sin imitar a otros.
  7. Trabaja independientemente del resultado. Dar importancia a ganar o perder a la hora de planificar nuestro trabajo puede ser un error fatal. Muchas veces un equipo estará trabajando mal en los entrenamientos y los resultados (por diferentes motivos) acompañarán, pero llegará el día en el que esto ya no sea así. De forma contraria, si tu equipo está entrenando bien, los jugadores están implicados y todo indica que la dirección es la correcta, quizás no tenga sentido cambiar las cosas simplemente porque los resultados no sean los esperados. “El cantero golpea la roca hasta cien veces sin hacerle ni una grieta. Sin embargo, al siguiente golpe, la roca se parte en dos. Sé que ese no fue el golpe que rompió la roca, fue la suma de todos los golpes que dio anteriormente”.
  8. Es mejor hacer pocas cosas muy bien, que muchas a medias. Esto se puede expresar de muchas otras formas, como «quien mucho abarca poco aprieta» o «maestro de todo, aprendiz de nada». Una persona del público le preguntó a Scola qué tipo de entrenador prefería, si uno que trabajase con pocas ideas pero las dominase a la perfección o uno que plantee un abanico de soluciones muy amplio. Su respuesta fue clara; como jugador prefiere lo primero, en gran parte porque solo los entrenadores top tienen la capacidad de esto último.
  9. A los jugadores no les gusta la charla prepartido. Supongo que esto ya lo sabías, pero ahora te lo confirma alguien con experiencia del nivel más alto. El jugador quiere estar el menor tiempo posible en el vestuario. Las charlas precompetición deben ser cortas y un resumen de lo trabajado durante la semana. No intentes hacer 10 minutos antes del partido el trabajo que no hiciste durante los días anteriores.
  10. Lidera con el ejemplo. Si quieres que tus jugadores se impliquen, hazlo tú primero. Si quieres que muestren pasión, hazlo tú antes. Si quieres que entrenen concentrados, organiza bien las sesiones. Hay muchas formas de liderar, pero hacerlo con el ejemplo es una de las más efectivas.

Como ya expliqué al principio, habrá algunas de estas ideas con las que estés de acuerdo y otras con las que no. Este artículo tan solo pretende acercarte el punto de vista de un jugador que ha sido campeón olímpico con su selección y ha competido al máximo nivel del baloncesto durante muchos años. Si estás interesado en ver la conferencia completa, puedes hacerlo aquí.

¿Qué te parecen estas ideas? ¿Se te ocurre alguna más? ¡Compártela en los comentarios!

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