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Lo que aprendes cuando entrenas a un equipo que pierde siempre

Cualquier entrenador de fútbol base debería pasar, al menos una temporada, con uno de esos equipos que no solo no gana nunca, sino que pierde cada partido por goleada. No porque sea un castigo, sino porque ahí se aprende de verdad qué significa entrenar.

Cuando diriges a un equipo así, se rompen muchas de las ideas preconcebidas que se tienen sobre la labor del entrenador. Es fácil hablar de táctica, de disciplina y de cultura del esfuerzo cuando tienes un grupo con talento. Pero, ¿qué pasa cuando ni la técnica ni el físico ni la suerte están de tu lado?

Cuando la victoria no es una opción

Todos queremos ganar. Es una obviedad. Pero, ¿qué pasa cuando sabes que no va a ocurrir? ¿Cómo gestionas un vestuario donde los jugadores, cada semana, encajan cinco, seis o siete goles? Aquí no hay charlas motivacionales que valgan. No puedes venderles que “el próximo partido será diferente” cuando, en el fondo, sabes que no lo será.

Este escenario obliga al entrenador a cambiar el chip. Ya no se trata de corregir errores para competir mejor en el próximo encuentro, sino de mantener la moral del equipo, de que los jugadores sigan viniendo a entrenar con ilusión, de encontrar pequeños objetivos que les den sentido a la temporada. Aprendes a valorar otras cosas más allá del resultado: mejorar en salida de balón, que un jugador entienda su posición, que se animen entre ellos pese a la goleada.

Nicholls (1989) ya hablaba en The Competitive Ethos and Democratic Education sobre la diferencia entre la orientación al ego y la orientación a la tarea en el deporte. Los entrenadores que solo valoran el rendimiento en función de la comparación con los demás fomentan una mentalidad frágil en sus jugadores. En cambio, cuando el foco está en la mejora personal y en el aprendizaje, la motivación y la satisfacción aumentan, algo clave en estos equipos.

La lección de humildad

Cuando llevas un equipo que arrasa en la liga, es fácil caer en la trampa de creer que todo el mérito es tuyo. Pero cuando diriges a un grupo que, por mucho que entrenes, sigue siendo superado cada fin de semana, te das cuenta de que hay factores que van más allá de tu trabajo: la diferencia de nivel, la experiencia previa de los jugadores, las condiciones físicas… Aprendes a relativizar y a ser más comprensivo con los entrenadores rivales que se enfrentan a este tipo de retos.

Muchos técnicos que han pasado por esto aseguran que, cuando vuelven a entrenar a un equipo ganador, lo hacen con una mentalidad diferente. Valoran más otros aspectos del juego, relativizan la importancia del resultado y aprenden a disfrutar del proceso de formación en lugar de obsesionarse con el marcador.

García-Mas et al. (2010) analizaron la relación entre compromiso, disfrute y motivación en jóvenes futbolistas, concluyendo que el disfrute es un factor determinante para que los jugadores mantengan su compromiso con el equipo. Esto explica por qué algunos equipos, aun perdiendo siempre, siguen con la misma plantilla durante años mientras que otros, con mejores resultados, sufren una constante fuga de jugadores.

¿De verdad quieres mejorar como entrenador?

Si crees que tu labor como entrenador se mide solo en títulos y victorias, quizás deberías ponerte a prueba en un contexto donde eso no exista. Un año con un equipo de los que “siempre pierden” te obligará a desarrollar habilidades que no entrenas cuando diriges a un grupo que compite bien. La gestión emocional, la pedagogía, la paciencia y la capacidad de motivar sin el premio de la victoria serán tus mejores aliadas.

Vealey, Chase y Cooley (2017) explican que la autoconfianza de los jóvenes deportistas no solo depende de sus capacidades, sino del feedback que reciben. Un entrenador que refuerza pequeños avances y genera un entorno seguro consigue jugadores más resilientes y menos temerosos del error.

Y lo mejor de todo: cuando vuelvas a tener un equipo competitivo, lo afrontarás de otra manera. Con más calma. Con más perspectiva. Y, seguramente, con un mayor respeto por aquellos entrenadores que, cada fin de semana, tienen que levantar la moral de su equipo después de otra derrota abultada.

Quizás, después de esa experiencia, entenderás que entrenar en fútbol base no va solo de ganar.

Referencias:

  • García-Mas, A., Palou, P., Ponseti, F. J., & Borras, P. A. (2010). Compromiso, disfrute y motivación en jóvenes futbolistas. The Spanish Journal of Psychology, 13(2), 609-616.
  • Nicholls, J. G. (1989). The Competitive Ethos and Democratic Education. Harvard University Press.
  • Vealey, R. S., Chase, M. A., & Cooley, R. (2017). Developing self-confidence in young athletes. En C. J. Knight, C. G. Harwood, & D. Gould (Eds.), Sport psychology for young athletes (pp. 94-105). Routledge.

4 comentarios en «Lo que aprendes cuando entrenas a un equipo que pierde siempre»

  1. Me tocó durante gran parte de mi vida dirigir equipos exitosos y equipos con muchas dificultades, son realmente valiosas las enseñanzas que podemos sacar de una temporada de bajos resultados, el equipo crece y los niños maduran muchísimo en la adversidad. Nos dimos cuenta de como sacar nuestra mejor versión de cómo pequeños gestos de constancia mostraban cada paso u cada logro y las diferencias entre un momento y otro. Los resultados no siempre muestras avances, puedes tener 3 jugadores destacados y yah. Con eso ganas partidos, pero un equipo fuerte está en esos desafíos semana a semana nos hace disfrutar y aprenderé que siempre podemos más… Aquí aparecen también los verdaderos líderes y lo escénicas en convencer a los niños en que lo importante es disfrutar y amar lo que haces.

  2. Como siempre, un diez a las aportaciones de esta web, que debería ser obligatoria su lectura por parte de todos los entrenadores formativos. Añadir que los chicos necesitan de alguna victoria para convencerles de que lo están haciendo bien. Es fundamental que entiendan que su aprendizaje está siendo a largo plazo y que es efectivo.

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