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Entrevista a Haritz Aranburu de la SD Eibar

Hoy hablamos con Haritz Aranburu, 26 años. Este es su quinto año entrenando en la SD Eibar, ha estado de entrenador en el infantil A, cadete B, juvenil de División de Honor y este es su segundo año con el cadete A en la máxima categoría.
 
Haritz, ¿qué consideras que debe ser importante a lahora de trabajar en los inicios del fútbol base?
 
Bueno, a mí enprimer lugar me parece muy importante darle prioridad a las cosas. En nuestro caso tenemos hora y media de entrenamiento cuatro días a la semana, que son seis horas semanales, y al final hay que priorizar. Yo no creo que con este tiempo podamos ayudar a pulir en exceso lo que es el gesto, la técnica. Eso al final requiere de muchísimas horas que, ni de cerca, compensan las horas de entrenamiento. Y si eso de forma autodidacta, en el tiempo libre, con el balón en la calle, no lo tienen… Si no tienen balón, si no van acompañados de un balón, posiblemente nunca vayan a tener un gesto claro, un gesto limpio, porque nunca vamos a tener unas horas de entrenamiento suficientes como para llegar a conseguir una acción muy limpia. Todos los jugadores que vemos que tienen técnicamente muy buen gesto son jugadores que vienen y viven acompañados del balón. Y creo que en el entrenamiento es muy complicado llegar a puntos de mejora muy altos.
Luego, por otrolado, lo que a mí me parece muy importante en estas edades, no sé en alevines, pero a mí en infantiles me parece fundamental las tareas que tienen que ver con el espacio, el balón y el compañero. Es decir, tareas que quizás no tengan tanta relación con una estructura, con jugadores tan lejanos, sino con los jugadores cercanos y con la interpretación del espacio. Me muevo en función de donde está el compañero, me muevo en función del balón,… eso me parece que es fundamental. En eso más concretamente, donde veo más carencias, por ejemplo, es a la hora de buscar las alturas de líneas de pase. Qué tipo de altura doy en la que puedo estar habilitado para una opción de pase pero que a la vez pueda dar toda la profundidad que me permite el fuera de juego, o que me permite mi par, o el jugador más próximo. Y en base a eso qué tipo de orientación tengo y qué tipo de control voy a hacer. Y a la hora de percibir hay muchas carencias. Pocos jugadores ves que estén continuamente girando el cuello, y quienes lo tienen también es muchas veces de forma autodidacta. Jugadores muy pillos que son muy perceptivos y tienen la capacidad de estar continuamente buscando información, y a mí ese aspecto me parece fundamental. ¿Cómo podemos llegar a esos varemos en edades infantiles? Con espacios amplios, intentando buscar que no haya mucha simetría, siempre que queramos buscar aspectos concretos utilizar acciones con balón donde queramos una frecuencia alta de esas acciones, con superioridades, con comodines,… Por ejemplo, el mítico seis para tres en tres  zonas, con tres esperando en intermedia y tres recuperando es una muy buena tarea para buscar las alturas. Dónde doy la altura, qué tipo de control puedo hacer para progresar, en caso de que no pueda progresar qué tipo de control puedo hacer para mantener,… Son tareas en las que son situaciones bastante micro y tienes muchas frecuencias de este tipo de acciones.  Y no me parece nada oportuno en estas edades, por ejemplo, trabajar las acciones a balón parado. Sí las acciones a balón parado como concepto, por ejemplo, en un saque de banda dónde la quiero, cómo puedo buscar movimientos para recibir en condiciones óptimas, por ejemplo un jugador que es fuerte de espalda y que va bien de cabeza o un jugador pequeñito que haga movimientos falsos de ir para venir o venir para ir. Que el que saca sepa a quién está sacando y a quién se la va a dar. Son aspectos que le van a servir en toda la etapa deportiva. Pero creo que no les sirve absolutamente de nada trabajar 10 acciones a balón parado si luego el siguiente entrenador es de otro tipo. Me cuesta mucho verlo porque son aspectos que están más orientados a la competición que la formación.
 
 
Me llama a la atención que tú consideres que seis
horas no es tiempo suficiente para lograr una mejora considerable en el gesto
técnico, mientras muchísimos equipos de fútbol base (hablo de prebenjamines,
benjamines, y quizás un poco menos en alevines) entrenando dos días a la semana,
una hora cada día, dediquen buena parte de su entrenamiento al trabajo analítico
de técnica. Por ejemplo colocando un jugador enfrente de otro dándose pases con el
interior del pie. Y, por lo tanto, mi pregunta es: si entendemos que seis horas a
la semana no es tiempo suficiente para conseguir un aprendizaje motor, en este
caso el gesto técnico, ¿tiene sentido entonces este trabajo entrenando dos
horas a la semana teniendo en cuenta que no le vas a dedicar a este trabajo las
dos horas, sino como mucho 10 o 15 minutos cada día? Es decir, ¿son 20 o 30
minutos semanales, en relación al cómputo global del tiempo del niño, minutos
suficientes para lograr un aprendizaje motor de una habilidad motriz específica
como puede ser, por ejemplo, el gesto técnico del pase?
 
No digo que no se
pueda mejorar. Se mejora y es evidente. Pero a lo que voy es que, por ejemplo
en infantiles, en el club en el que entreno entrenan tres días, cuatro horas y
media a la semana. Con cuatro horas y media yo tengo dudas de que dedicándole una
hora a la semana a lo que se refiere a tareas únicamente relacionadas con el
gesto, en las que no haya oposición, se dé una mejora significativa. No acabo
de verlas. Las técnicas colectivas sí que las veo de distinta forma porque
pueden llegar a ser muy ricas en lo que se refiere a la percepción. Pero tareas
en las que solamente tenga incidencia el gesto, como pueden ser filas
enfrentadas, lanzar veinte balones y hacer controles, yo no le veo mucha
utilidad. Lo digo desde el desconocimiento, es algo que percibo yo, no es algo
que esté basado en ningún estudio. A lo mejor hay algún profesor en educación
física, que haya estudiado esto, y me dice que estoy equivocado. Pero creo que
con una hora a la semana, dedicada a tareas de ese tipo, la mejora es mínima.
En cambio creo que si fomentas tareas en las que exista un alto grado de
realidad, es decir oposición-colaboración, me parece que es cien mil veces más
rico y cien mil veces más efectivo, creo. Porque al final, aunque sea con menos
frecuencia, estás trabajando todos esos aspectos relacionados con el gesto,
pero a la vez estás trabajando la percepción, el factor de la relación con el
compañero, el factor del espacio. Entonces, si me preguntases si le veo
utilidad a hacer tareas específicas para trabajar el gesto técnico en infantiles,
te diría que no, que no lo veo. Meterlo en un calentamiento sí, pero como tarea
en la parte principal no, no lo veo. Creo que seis horas de entrenamiento a la
semana no es suficiente y creo que la solución no está en añadir más horas de
entrenamiento, sino en que vuelvan a desaparecer los carteles de no se puede jugar aquí al fútbol, de que
se deje la Play Station, y que todo eso que hace quedarnos en casa pierda
trascendencia y que se vuelva a recuperar el balón todo el día, el tiempo libre
con balón. Mientras esto no esté, yo creo que el entrenamiento nunca va a ser
suficiente. Yo lo que pregunto es: Tenemos una realidad que es esta, ¿a qué le
damos prioridad? El hecho de dar porcentajes, un 15% a la técnica individual
por ejemplo. ¿Realmente con esos porcentajes conseguimos llegar a trabajarlo
todo dentro de las posibilidades que tenemos de forma óptima? ¿No podemos
trabajar esos mismos aspectos en estas edades desde tareas que sean juego, que
todo tenga oposición y colaboración? Me pregunto, no sé.


 
Coincido en que el trabajo de la técnica es
fundamental pero ¿qué técnica vamos a trabajar? ¿Vamos a trabajar una técnica
descontextualizada o contextualizada? Porque no tiene la misma transferencia al
juego trabajar de una manera que de otra. Trabajar el pase con dos niños, uno
enfrente del otro, pasándose la pelota sin oposición, o trabajar el pase en un
juego de posición o posesión donde crees una superioridad numérica ofensiva que
te asegure, quizás menos pases que los que van a dar los dos niños anteriores,
pero un número de pases alto y reales mientras aprendes a adaptar ese gesto
técnico al juego. Por lo tanto entrenar la técnica es importante pero, ¿tiene
transferencia al juego cualquier tipo de entrenamiento técnico? Yo tengo mis
dudas.
 
Por otro lado, otro debate interesante relacionado a
las horas de entrenamiento y con la falta de fútbol en la calle, en el patio
del colegio o donde sea. No sé hasta qué punto nosotros tenemos forma de
demostrar que la mejora técnica del niño guarda relación con el entrenamiento
que nosotros realizamos y no con las horas que ese niño estuvo jugando en la
calle. Es decir, un niño que desconocemos si realiza más actividad física fuera
del entrenamiento, no necesariamente fútbol ya que toda actividad puede ayudarte
a un desarrollo coordinativo que repercuta en el fútbol, ¿podemos decir que ha mejorado gracias a nuestro entrenamiento? A lo
mejor el niño hubiese sido mejor si no fuera por nuestro entrenamiento. Todo lo
que él mejoraba era gracias a jugar en la calle, en el patio, o practicando
otra actividad que repercutiese en su desarrollo motor. Por lo tanto, ¿hay
forma de demostrar que un método de entrenamiento es mejor que otro desconociendo
si la mejora que se da en el individuo corresponde al método o a lo que ese
individuo ha realizado fuera del entrenamiento? Además que las horas del
entrenamiento son muchas menos que las horas que se pasa fuera de él.
 
 
Medir de forma
exacta qué utilidad tiene cada cosa es bastante jodido si no es mediante la
interpretación propia. Es decir, de dónde creemos que han partido y a dónde
creemos que han terminado llegando. Un jugador en agosto cuando lo coges es
esto y cómo ha terminado a final de temporada. Luego están los condicionantes
claro. Pero yo tengo una cosa muy clara, y lo digo desde mi experiencia, y creo
que es extrapolable a la mayoría de las experiencias. La mayoría de jugadores
que técnicamente son claros en gestos, que tienen buenos controles, que son
jugadores perceptivos, que son capaces de llevar el balón pegado al pie, que
tienen capacidad de girar, de salir,… son jugadores que juegan mucho o que
están mucho en la calle. Yo siempre pregunto a todos los chavales que entreno y
que entiendo que tienen una capacidad técnica mayor que el resto. Les suelo
preguntar cuánto suelen jugar y, comparándolo con los menos hábiles, en el 95%
de los casos los jugadores que más capacidad tienen son los jugadores que más
han jugado al fútbol, o que más se identifican con un balón en la calle en sus
tiempos libres. Y eso para mí, desde mi experiencia, es una cosa objetiva. En
cambio, yo no conozco ningún caso de un niño que sea bueno que no juegue nada en
la calle y lo que le dedique, o le ha dedicado a lo largo de su vida a jugar al
fútbol, sea solo la hora de entrenamiento. Pero hay el mítico chaval, entre
diez y catorce años, que le ves y está todo el día jugando en la calle y eso es
una cosa significativa. Que el entrenamiento puede ayudar a mejorar es
evidente, pero no creo que sea muy significativa la mejora técnica si hablamos
solamente del propio gesto, porque creo que no son horas suficientes.
 
Y yendo por el tema
de la mejora planteo otro tema, que es cómo hacemos que el jugador mejore, es
decir, un jugador al que le quieres corregir x, porque entiendes que ese x
es un defecto, el jugador modifica ese x
pero y, que era bueno, resulta que
empieza a hacerlo de forma menos frecuente. Por ejemplo, una experiencia mía
con cadetes. Un extremo que tú entiendes que juega poco en profundo, que tiende
a acercarse y que muchas de las veces que tiene la posibilidad de tirar al
espacio no lo hace. Y tú venga a insistirle, que tiene que ir al espacio, que
va a ser un jugador más completo,… Y resulta que esa insistencia por hacerle
mejorar a veces provoca que vaya más al espacio, no siendo su fuerte, y a la
vez deje de tener esa frecuencia de acercarse y ser, o hacer, aquello en lo que
se encuentra cómodo. Yo en eso siempre tengo esa especie de cuestionamiento a
mis intentos de correcciones, o intentos de ver errores, e intentar distinguir
qué es un error o qué es una parte que no pertenece a él y que no tiene porqué
pertenecer. No existe el concepto de jugador completo. No existe. No puede
haber jugadores completos. O los hay y son muy pocos, o los consideramos
completos pero seguro que no lo son porque tienen carencias, y porque el ser de
alguien no lo abarca todo, no se adapta a todo lo que hace tu equipo. Por
ejemplo, tu equipo tiene una identidad y está claro que esa identidad es
adaptable, pero tú eres lo que eres, y en muchos momentos va a aparecer aquello
que eres. Y con un jugador veo lo mismo. Muchas veces intentamos mejorar
aquello que el jugador no es. Añadirle una especie de virtud que nosotros consideramos
que le falta cuando, realmente aquello que es, es todo lo contrario a aquella
virtud que le queremos meter. Un jugador, por ejemplo, algo que a mí me ha
pasado y me pasa, un mediocentro que creemos que no jugaría igual con un ritmo
más bajo. Con balón tú quieres que lo haga todo a un ritmo más alto pero es que
resulta que estos jugadores que te juntan, que pivotan sobre sí mismos,… Eso es
él, es un jugador de ese perfil, perfil de pivotes posicionales que te ordenan
todo alrededor, que juega mucho con los tiempos. Tú a ese jugador no le puedes
pedir que continuamente te haga controles agresivos hacia delante. No, porque
no es eso. Dices tú “quiero que mi pivote
sea…”
, no, no, él es lo que es. No podemos ver un defecto en lo que es él.
No nos gustará, vale, es legítimo, no nos gusta y le alinearemos menos. Pero lo
de ver algo que no nos gusta y convertirlo en defecto e intentar corregirlo
porque no se adapta a aquellas exigencias que queremos que tenga… A mí esa
lógica me parece peligrosa, y creo que es una lógica que está muy extendida. Y
yo soy el primero al que le pasa. Porque al final es muy jodida esa distinción
entre lo que tú consideras que es un error o lo que es parte de su ser. Puede
ser hasta un defecto de su ser, pero es parte de su ser. Mejor dicho sería una
consecuencia de su ser. No sé si me explico. No sé cómo lo ves tú. Esa
dicotomía entre el defecto y el error y esa interpretación que nosotros le
damos al error.


 
Sí, yo creo que, yendo a un caso práctico, debemos
diferenciar entre un jugador que comete constantemente un error técnico a la
hora de controlar, ya sea el propio gesto, ya sea que está mal perfilado, lo
que sea, pero debemos diferenciarlo con un jugador que, por ejemplo, no realiza
regates. Yo creo que no puede tratarse igual. Porque una cosa es un error y
otra cosa es una carencia, y no se pueden tratar por igual. Porque tú puedes
llegar a enseñar a un niño, o a un adulto, a jugar potenciando sus virtudes e
intentando esconder sus carencias. Por ejemplo, un jugador físicamente débil es
un jugador que tiene una carencia que le impide ganar acciones que impliquen
contacto físico. Ese jugador va a perder esas acciones, pero tú puedes enseñarle a potenciar sus virtudes, que conllevarán que sus acciones sean
buscando el menor contacto físico posible. Ya sea jugar rápido, conducir poco,
aprender a colocarse en situaciones donde sea poco probable el contacto físico…
lo que sea. Porque este jugador tiene una carencia física, no un error físico,
no sé si me explico. Entonces en ese sentido no se debe tratar por igual una
carencia que un error. Pero entonces ya desde la base, quizás, debamos intentar
potenciar las virtudes, corregir errores e intentar enseñar a sobrevivir con
las carencias de cada uno. Ver dónde puede ser bueno un jugador y aprovecharlo.
 
Estoy 100% de
acuerdo. Al final el tema va por ahí. De todas formas volvemos a lo mismo. No
sé dónde leía una anécdota de algún jugador que de chaval era pequeñito y, como
jugaba con los mayores, para evitar el choque potenció sus virtudes para buscar
maneras de evitarlo. Pero claro, eso necesita práctica. Práctica o trabajo
especializado, es decir, trabajar de forma especializada con cada uno de los
jugadores, que sería lo ideal. Pero vamos a lo de antes, ¿es real plantear eso?
Yo creo que no. Por eso ese tipo de carencias no pueden ser resueltas si no es
desde el hábito de jugar. Y con el hábito de jugar no me refiero a cuatro horas
y media semanales, me refiero al hábito de jugar de verdad. ¿Y cómo podemos
solucionar esas carencias en el entrenamiento? A mí me llamó la atención una
anécdota que creo que contaba Bielsa, de cómo él preparó una tarea para
Orellana. Bielsa le hizo una tarea que consistía en que el pasador a Orellana
fuese un receptor con tiempo, para que éste no le diese el balón a Orellana en
el primer movimiento sino en el segundo. Lo de antes, tiene el balón un
jugador, Orellana se va, pero se va para venir. Consigue despegarse de su
marca. Claro, eso no lo puedes hacer si no tienes tiempo. Pero el tiempo que
dispones para hacer eso, en este caso en una selección, tiene que ser grande
para hacer tareas específicas. Si no tú no puedes hacer tareas para potenciar
las recepciones de cada jugador con aquello que cada uno es. Tienes dieciocho
jugadores. Claro, lo podemos hacer dos veces, pero lo que van a mejorar va a
ser en la relación en el partido de esos jugadores. No voy a crear un hábito
que ellos ya no tienen de forma ya adquirida anteriormente. No sé si me
explico. Si tú harías una tarea de esas, seguramente va a ser para conseguir
que la relación en el partido sea mejor, que es como se plantean. Vamos a
alinear a este extremo y a este que como tira muchos controles hacia dentro
vamos a tener que buscar un soporte, tanto de cara como de lado para que
podamos jugar en esa recepción. Y por supuesto que tiene que haber un jugador
que aproveche el espacio que ese jugador deja en banda. Entonces creas una
especie de automatismo, o de tarea en la que se dé esa dinámica. Eso lo haces
en infantil y los niños no están mejorando la técnica, estás intentando aclarar
una situación que se puede dar en el partido y la estás trasladando al
entrenamiento. Que es legítimo también. Pero a lo que voy es que no tenemos
tiempo para trabajar esa táctica o esa técnica individual. Técnica-táctica
individual. Téctica le llamaban en la escuela de entrenadores, en el tercer
nivel. Un nombre cojonudo. Fusionaron la asignatura de técnica y táctica y se
llamaba téctica. Pero bueno, eso, yo creo que no hay posibilidades reales de
poder hacer ese tipo de trabajo que para mí es fundamental en este tipo de
edades, la téctica individual.
 
Y a raíz de esto, y
un poco siguiendo con el tema, ¿qué importancia tiene la competición en una
categoría, por ejemplo, cadete? Incluyendo el resultado.


 
¿A qué edad entiendes tú que la competición, o más
bien el resultado, cobra una importancia diferente? Porque claro, anteriormente
hablabas de que no creías demasiado, en edades tempranas, en el trabajo de
acciones a balón parado porque, lógicamente, estás priorizando el resultado por
encima de la formación. Estás priorizando el trabajar esas acciones por encima
de otra cosa. Que unos benjamines, o unos alevines, tengan siete jugadas de
córner y cinco jugadas de saque de centro, evidentemente es porque esos
jugadores han invertido un montón de tiempo en sus entrenamientos a ello, y
otra serie de contenidos han tenido menos tiempo o directamente no lo han
tenido. Su entrenador priorizó eso. Priorizó el resultado por encima de la formación.
¿En qué etapa tú crees que eso debe de ir dándose la vuelta y por qué?
 
Para mí el tema del
resultado, en cualquier tipo de competición, siempre está ahí. Cuando hemos
jugado de pequeños siempre ha estado el ganar y siempre va a estar. Es un
aspecto natural del juego. Yo no me imagino a ningún jugador que haya llegado
arriba perdiendo un partido con doce años y que se la sudara. El resultado está
ahí. El tema en esas edades es qué importancia le damos al resultado como
entrenadores, porque la importancia que le dan los chavales está ahí y siempre
va a estar ahí, no se puede quitar ni se puede pretender quitar. Decir que el
resultado no importa, decir eso en cualquier edad, es mentira. Es mentira
porque a ellos les importa. Estás perdiendo credibilidad. A ellos les importa.
Otra cosa es que pierdas todos los partidos, seas último porque tienes una
capacidad baja, y centres tus mensajes en la mejora y tal. Pero si has perdido
quince partidos y ganas uno, el primer ilusionado seguro que eres tú, por la
ilusión que genera en los chavales y todo eso. El resultado está. El tema es
qué importancia le damos en nuestras sesiones o cuándo podemos empezar a darle
trascendencia a ello. Por ejemplo, ¿cuándo podría llegar a ser válido empezar a
condicionar el entrenamiento si vas a jugar en un campo pequeño? Con tareas en
dimensiones más pequeñas de las que sueles utilizar habitualmente. Yo en
cadetes eso lo hago, en infantiles no hacía eso. En infantiles hacíamos una
especie de programación en la que era algo periódico, y no entraba el factor
rival. Pero yo en cadetes le doy mucha importancia. Tal vez es por la categoría
en la que estoy, que es la máxima, pero más allá de eso yo creo que es
importante. Creo que tú no dejas de estar formando, porque al final tú puedes
hacer un tipo de tarea, que siempre va a ser reducida, para intentar acercarla
a unos contextos que luego no les acercan mucho pero que están ahí. A mí me
parece que está bien y que es óptimo. Yo lo hago. Lo que no vería, que para mí
no tiene que ver, son las acciones a balón parado. Que para mí es el parentesco
entre condicionar el entrenamiento reduciendo el campo porque vas a un campo
pequeño a jugar o estar veinte minutos mecanizando acciones a balón parado. Tú
en esa tarea que es más reducida, porque las dimensiones que te vas a encontrar
el fin de semana son más reducidas, a mí eso me parece que está de puta madre siempre
y cuando tenga sentido y vayan acompañadas de tareas que continúan con el
camino que se ha emprendido con el equipo. Para mí eso es legítimo y correcto.
Y, en mi opinión, no atenta en ningún momento contra la formación, ni siquiera
atenta contra la formación poder dar matices de rivales o poder condicionar tu
identidad en cierta manera para poder estar más cerca de competir en el
partido. A mí no me parece mal.
 
En cambio en
benjamines ganar o no, como entrenador, te la debería de sudar. Y lo mismo en
alevines. Pero para mí a partir de cadetes tiene que tener una trascendencia y
yo se la he dado siempre. Yo solo he entrenado infantiles y cadetes y para mí
el resultado ha sido una cosa que en mi proceso ha tenido trascendencia y creo
que no ha condicionado negativamente el proceso de los chavales. Pero yo creo
que el resultado está ahí, la competición es una parte importante, y nosotros
en los entrenamientos la mayoría de las tareas que hacemos tienen ganadores y
perdedores, son tareas en las que se puntúa. Si vamos a hacer una posesión
buscamos la manera en la que pueda haber ganadores. Es importante. Me parece
que para un chaval de quince años es importante. Nosotros hacemos cosas como el
que pierde en esta tarea recoge el material o cuando hacemos una merendola los
que pagan son los que pierden. Nosotros hacemos esos estímulos que entendemos
que van a ayudar a darle ese punto de tensión a ciertas tareas y a mí eso me
parece que es fundamental, a mí me parece muy importante. Por ejemplo una tarea
de 8c7 en la que el equipo que está en inferioridad empieza perdiendo o empieza
ganando 2-0, y el que pierda recoge el material, por ejemplo. Vas 2-0, igual no
vas a atacar todos los partidos, el otro equipo se va a volcar más en ataque,
eso te va a llevar a que tengas que estar mejor compensado para que no te pillen
al contragolpe, no ir a lo loco porque luego te van a hacer el 3-0, o jugar más
directo, o meterme más atrás,… Es importante y eso está ahí y va a estarlo
siempre. Entonces, ¿por qué alejarlo de la realidad? Yo en infantiles también
haría tareas de ese perfil, no todas pero sí las haría. ¿Por qué alejarlo del
entrenamiento?
 
 
 

 

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