Hoy hablamos con Jacobo Ceide, psicólogo deportivo y colaborador docente en la Escuela Gallega de Entrenadores de Fútbol. En esta primera parte hablaremos acerca del papel de los padres/madres en el fútbol base y la presión que en muchos casos ejercen sobre sus hijos/as.
Buenas tardes, Jacobo. En primer lugar, ¿por qué consideras que tantos/as padres/madres de jóvenes deportistas, especialmente en el fútbol base, le dan tanta importancia al resultado del partido de su hijo de ocho años?
Buenas tardes. En mi opinión se le da tanta importancia, tanto valor a ese resultado, porque creen que el hecho de que su hijo juegue más minutos, meta más goles o su equipo triunfe le va a favorecer en su futuro profesional, porque así lo verá más gente relacionada con el fútbol, será más conocido y será más probable que se le fiche en un futuro. Tendemos a fijarnos únicamente en quién gana las ligas, quién es el jugador que marca más goles y no en el cómo se ganaron esas ligas, en cómo se gestionó el grupo, en si los jugadores se divirtieron sobre el campo, en si el deporte realmente tuvo una orientación formativa,…
¿Y puede ser que la base de toda la agresividad que vemos en los campos por parte de algunos/as padres/madres hacia el árbitro, hacia los rivales, hacia los propios compañeros de equipo, sea esta excesiva importancia que se le da al resultado? Llegando a pensar que el árbitro, por ejemplo, es un enemigo que está impidiendo que su hijo de 8 años sea el jugador profesional que ellos, quizás, quieren que sea.
Sí, es cierto que es posible que una de las causas de esa agresividad sea el excesivo culto al resultado que existe últimamente en el fútbol base. Es más, muchas veces esa obsesión por el resultado se relaciona con unas expectativas demasiado altas que, cuando no se cumplen y no se tienen las estrategias adecuadas, acaban derivando en violencia verbal y violencia física en los peores casos. El hecho de que el fútbol sea el deporte rey por excelencia y tenga un efecto de audiencia tan grande provoca que la gran mayoría de la gente opine, hable, debata y llegue a pensar que triunfar es fácil y que tiene en su familia al futuro mejor jugador del mundo. Lo que ocurre es que para que un jugador llegue al fútbol profesional se tienen que dar multitud de factores, y focalizamos en cualquier figura del ámbito deportivo la frustración por no poder cumplir dichas expectativas. Recientemente se hizo viral un vídeo de Frank Martín, un entrenador de baloncesto de Estados Unidos, en el que nos hacía reflexionar sobre lo absurdo de la idea de que un árbitro que pita un partido de base quiera perjudicar deliberadamente a un equipo o cortar la carrera deportiva de un jugador. Suena absurdo, pero estoy seguro que habrá personas que lo piensen debido a ese excesivo énfasis competitivo y a unas expectativas demasiado altas.
¿Y parte del problema podría estar también en que se esté asociando el fútbol base con el fútbol profesional? Es decir, estar tan rodeados de Messi, de Ronaldo, de derbis, de clásicos, de programas deportivos, de información sobre la Liga y la Champions, ¿provoca que pensemos que el fútbol base es lo mismo pero asociado a niños? Comportándonos de igual manera en un estadio de 1ª división que en un partido de niños.
Sí, y es un grave error. El fútbol base no es fútbol profesional en miniatura. Relacionado con lo que comentaba antes, el hecho de que el fútbol tenga ese efecto de audiencia tan grande hace que muchos comportamientos sean imitados por niños y por adultos. Y por tanto se aprenden insultos, desprecios y conductas similares que no deberían tener cabida en el deporte pero menos aún en el deporte formativo, porque estamos mandando al niño una señal de que eso es lo correcto, lo normal y que no ocurre nada por comportarse de mala manera porque en la televisión vemos que se hace así.
De hecho, ayer escuché una frase que decía que si tú vas a un campo de fútbol donde juegan niños y te paras a observar, verás a muchos niños que no van allí a jugar al fútbol, sino que van a jugar a ser futbolistas. Marcan un gol y los ves celebrándolo como Cristiano, fallan un pase y los ves protestando como aquel jugador que vieron ayer en las noticias,… Es decir, van allí a imitar a futbolistas e, incluso, hay entrenadores de fútbol base que también se comportan de manera similar, por eso creo que se está entendiendo el fútbol base como un fútbol profesionalizado para niños.
Totalmente de acuerdo. Precisamente estos ejemplos que comentas llena de responsabilidad a todas las figuras que formamos el fútbol base, pero especialmente a padres/madres y a entrenadores, que son la base del triángulo de la iniciación deportiva de cualquier jugador y que tienen una influencia grandísima en su formación.
En el caso de los padres, por razones obvias, y en el caso de los entrenadores porque, aunque realmente no tengamos conocimientos futbolísticos, los niños piensan que sí los tenemos, simplemente por el hecho de ser entrenadores, y esa influencia que tenemos en ellos es la que debemos aprovechar para educar con el ejemplo de unos valores adecuados para el deporte y para la vida. Es cierto que el deporte profesional tiene ciertas conductas que sí que pueden ser adecuadas para el fútbol formativo, pero hay otras muchas que no y también es nuestra labor enseñarles a diferenciarlas.
Y yendo al apartado práctico, ¿cómo se podrían cambiar este tipo de actitudes que se ven en los campos? Empezando por la presión que sufren algunos niños en su casa por parte de sus padres/madres hasta la actitud de los propios entrenadores.
En el tema de los padres/madres, se les pide que solamente sean padres/madres, es decir, que apoyen y animen a su hijo en la actividad que esté practicando, fútbol en este caso. Es importante que ese apoyo y ánimo no se convierta en presión, porque ahí estaría el problema precisamente. Que aprovechen la oportunidad que les da el deporte para acercarse a sus hijos y que disfruten viéndolo jugar y divertirse. Lo ideal sería que los/las padres/madres preguntasen a sus hijos cómo se lo han pasado o qué han aprendido, en lugar de cuál fue el resultado. Si el niño quiere hablar de fútbol, por supuesto que se puede hablar con él, pero muchas veces los tiempos ya los marcan ellos. Lo que tampoco considero adecuado en nivel formativo son las recompensas externas, del tipo comprarles X juguete o darles X dinero por marcar un número determinado de goles.
En lo que respecta a los entrenadores, creo que debemos de darnos cuenta de que hay veces que el fútbol ya tiene un componente de estrés para el jugador: está realizando una actividad que no domina en su totalidad, en un contexto en el cual siente que está siendo evaluado por figuras de referencia para él (padres/madres y/o amigos) y con un componente adicional que es el resultado. Por tanto, simplemente con minimizar dicho componente estresante nuestra labor ya está empezando a ser positiva.
Como propuestas acerca del resultado, que ya se está haciendo en algunas competiciones, dividir el partido en 4 tiempos es una, e, independientemente de cuál haya sido el resultado, en cada uno de esos tiempos solo se anota un gol o punto por tiempo ganado, de forma que el resultado máximo que puede haber es 4-0. También en algunas federaciones se están dejando de contar la diferencia de goles a partir de +3, pero es cierto que eso no elimina realmente la paliza sufrida durante el partido.
Me gustaría acabar esta parte de la entrevista aclarando que esos/esas padres/madres problemáticos, o que no ven el deporte en edad escolar de la manera adecuada, creo que son una minoría. También es de justicia reconocer que la gran mayoría de padres/madres dentro del fútbol base entienden el deporte de la manera correcta y son un apoyo en la formación deportiva de sus hijos.
Blog personal de Jacobo Ceide: http://jacoboceide-psicologiadeportiva.blogspot.com