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Las filas. Ese gran enemigo

Si antes de una sesión de entrenamiento nos pusiésemos en la puerta de cualquier campo de fútbol y preguntásemos a cada niño o niña que entra cuál es el motivo por el que vienen, ninguno contestaría estar parado en una fila. Seguramente nos contestasen que es porque les gusta jugar al fútbol. Quizás la respuesta de algunos fuese un poco más sofisticada y dijesen que vienen a entrenar. Otros, a lo mejor, dirían que a aprender y ser mejores futbolistas.

Sea el motivo el gusto por el fútbol, el gusto por entrenar o las ganas de aprender y mejorar, parece evidente que las filas kilométricas no favorecen alcanzar ninguno de estos objetivos. Ni los de los niños ni los de los entrenadores.

El niño al que le gusta el fútbol espera que, como mínimo, en las sesiones de entrenamiento pueda pasar tiempo jugando al fútbol. Es ese el motivo por el que se apuntó a la actividad, para jugar. Estar esperando en filas interminables impide a ese niño poder jugar y pasárselo bien. Las filas cortas, de un máximo de 3-4 niños, pueden ser útiles como un medio para propiciar pequeños descansos. Ahora bien, cuando el descanso se convierte en espera entonces la construcción de esa fila debe revisarse.

Pero no debemos irnos únicamente a razones lúdicas, donde estamos impidiendo que los niños puedan pasárselo bien mientras juegan. La realidad es que a nivel pedagógico hay pocas cosas más nocivas que la inactividad que provocan las filas.

Una tarea podrá ser mala y podrá estar mal planteada, pero si asegura que los niños estén jugando va a ser mucho mejor que una tarea que exige tiempos de espera en filas superiores a los tiempos de práctica. Y esto no es una exageración. Podemos poner el típico ejemplo de una fila de doce niños en el medio del campo esperando a hacer una pared con su entrenador para tirar a portería. La acción de cada niño dura un máximo de 5 segundos entre que da el pase y acaba tirando. Después se pasará dos minutos esperando, sin practicar, a que le vuelva a tocar su turno.

Si mi objetivo como entrenador es que los niños aprendan y mejoren, esta distribución del tiempo de práctica no es lo que más me va a acercar a conseguirlo.

Debemos intentar asegurar lo máximo posible la participación de nuestros jugadores en las tareas. Intentar conseguir que practiquen el mayor número de tiempo posible. Porque es la práctica lo que les hará mejorar. No conozco a ningún niño que haya mejorado estando parado en una fila.

Las filas aburren, no producen mejoras y, además, son un foco de conflicto. Muchos de los problemas de disciplina que se originan en los entrenamientos tienen lugar en las filas. Niños que empujan a otros, que se cuelan, que se pegan… A los niños pequeños hay que tenerlos entretenidos, porque dejarlos mucho tiempo parados en una fila es una invitación a buscar trifulca. Nada más efectivo para evitar problemas de comportamiento que aumentar el tiempo de práctica.

Termino con unos consejos para evitar las filas kilométricas.
  • Divide el grupo en dos y duplica la tarea. De esta forma ya habrás reducido las filas a la mitad.
  • Piensa en tareas cuyo funcionamiento, si exige filas, asegure gran fluidez de modo que los tiempos de espera sean pequeños.
  • No ocupes tú, como entrenador/a, un rol que pueda ocupar un jugador. Les estarás quitando práctica a los niños y podrás poner niños para esa función (ej: la pared de la que hablábamos más arriba).

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3 comentarios en «Las filas. Ese gran enemigo»

    1. Ha es muy fácil decirlo y criticarlo , pero unas filas bien estructuradas dan orden a la práctica y algunas veces al poner a algún jugador a hacer la pared o jugada a realizar , se pierde la intención de la misma , ya sea por qué el jugador pierde autoridad ante sus compañeros o por mala precisión de el que debe realizar la pared

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